Llueve sobre cualquier ciudad
Granada llueve sobre charcos de asfalto,
y se hace rocío de aluminio amanecido.
Moja la mañana de cafés en preparación
y desayunos de cálidos bostezos.
Cae a través de ventanas nubosas
que se asoman a terrazas de agua gris.
Muros de humedad empapan las sábanas
de la noche pasada.
Madrid llueve transida de amaneceres atascados
en alguna calle principal.
África se vende por las esquinas de la Gran Vía,
refugiada del chaparrón
bajo la marquesina del cine Imperial
(el encargado del bar de al lado no quiere putas en el local ).
Plásticos sobre la mercancía anegan las aceras de Bravo Murillo.
Los indios del Perú se hacen sitio para huir de la policía
entre bolsas cargadas del supermercado
y mala hostia contenida.
Lisboa se hace lenta en su centro,
donde el transmetropolitano camina sobre la tierra.
Vías de acero interrumpen al tráfico alarmado por la gota fría,
pero el Atlántico reclama su ciudad para las huestes bajo el mar,
esos poetas que la esperan anhelantes de saudades.
A Cádiz tambíen se la tragará una galerna,
ya ha desaparecido bajo las olas la Caleta.
El paseo marítimo no limita con el mar,
es mar.
¿Las lluvias son las mismas en cualquier ciudad?
y se hace rocío de aluminio amanecido.
Moja la mañana de cafés en preparación
y desayunos de cálidos bostezos.
Cae a través de ventanas nubosas
que se asoman a terrazas de agua gris.
Muros de humedad empapan las sábanas
de la noche pasada.
Madrid llueve transida de amaneceres atascados
en alguna calle principal.
África se vende por las esquinas de la Gran Vía,
refugiada del chaparrón
bajo la marquesina del cine Imperial
(el encargado del bar de al lado no quiere putas en el local ).
Plásticos sobre la mercancía anegan las aceras de Bravo Murillo.
Los indios del Perú se hacen sitio para huir de la policía
entre bolsas cargadas del supermercado
y mala hostia contenida.
Lisboa se hace lenta en su centro,
donde el transmetropolitano camina sobre la tierra.
Vías de acero interrumpen al tráfico alarmado por la gota fría,
pero el Atlántico reclama su ciudad para las huestes bajo el mar,
esos poetas que la esperan anhelantes de saudades.
A Cádiz tambíen se la tragará una galerna,
ya ha desaparecido bajo las olas la Caleta.
El paseo marítimo no limita con el mar,
es mar.
¿Las lluvias son las mismas en cualquier ciudad?